El aguijón beneficioso del enemigo.
2Co 12:7 Y para que la grandeza de las revelaciones no
me exaltase desmedidamente, me fue dado
un aguijón en mi carne, un mensajero de
Satanás que me abofetee, para que no me
enaltezca sobremanera.
Pablo estaba siendo atacado por Satanás por medio de un aguijón en la
carne, porque el enemigo lo odiaba a muerte, él no quería para nada darle alguna bendición
en el proceso; pero al mismo tiempo Dios estaba obrando en él, pues ese ataque
estaba sirviendo para que el apóstol se alejara del pecado de orgullo en su vida.
El enemigo siempre querrá destruirnos, pues también nos detesta desde
que entregamos nuestra vida al Señor; por lo tanto, constantemente tratará de
hacernos caer en el pecado, sin embargo, si hemos resucitado juntamente con
Cristo, nuestra vida está bien escondida
con Él en Dios (Colosenses 3:3), y el diablo no puede encontrarla. Al enemigo le es imposible entender los
propósitos de Dios en esa guerra declarada contra nosotros, pues cada vez que
Él ataca para destruirnos, nos hace crecer espiritualmente y eso definitivamente
lo debe de volver loco.
Job fue atacado con gran saña y destrucción cuando el enemigo le quitó
todo lo que tenía, pero Él contrario a lo que el diablo esperaba, bendijo a
Dios y al final terminó recibiendo el doble de todo lo que había perdido, pero
sobre todo, pudo ver al Todopoderoso; así mismo cuando Faraón hizo huir a
Moisés, obró en un perfecto entrenamiento para que aprendiera a andar en el
desierto y de paso encontrar a su futura esposa.
Por lo tanto, todo lo que haga el enemigo de nuestras almas para
destruirnos, si nosotros hemos puesto nuestra mira en Dios, el Señor lo
transformará para nuestro crecimiento espiritual que al final nos llevará a la
perfección.
Romanos 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados.