De regreso hacia el origen Los primeros años de nuestra vida son esos años de la ignorancia plena... Pero también los años de la máxima inocencia, esos años que aunque nacemos pecadores... ese pecado que más tarde será nuestras cadenas, aún no ha hecho mella en nuestra vida, no ha destruido el diseño original de nuestra mente. Allí fue cuando Juan, en el vientre de su madre, sin haber aún visto la luz del sol y todo lo que se aprende en la escuela de esta existencia, sin saber doctrina o religión alguna... de un brinco de alegría, de un salto de emoción inyectada entre sus venas, declaró y sin palabras, por medio del Espíritu Santo del Todopoderoso, aquella predicación que más tarde sería la palabra que alimentaría su corto ministerio, manifestando sin ninguna frase, oratoria ni retórica que Jesús era el Señor del universo. Al final, Juan en los últimos días de su vida, esperando ser decapitado, queriendo regresar a aquella fe que tenía cuando niño, en medio de las dudas que el con
Palabras pastorales para un mundo necesitado.