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Si se humillare mi pueblo...

 Entonces, Dios nos oirá...

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos;  entonces yo oiré desde los cielos,  y perdonaré sus pecados,  y sanaré su tierra (2Crónicas 7:14).

Invocar al Señor nos hace Su pueblo... pero no es suficiente...  Dios quiere que nos humillemos delante de Él, reconociendo que no podemos ser independientes, que sin Él nada podemos hacer (Juan 15:5).  Humillarnos significa dejar de ser nosotros mismos para que sea Él el que gobierne en nuestros corazones; tomar por Él nuestra cruz cada día (Lucas 9:23) y depender totalmente de Su voluntad.  Así mismo debemos vivir en oración, es decir platicándo con Dios cada día, reforzando nuestra relación con Él, no solamente oraciones de petición, pues hasta los impíos muchas veces las hacen... debemos platicar con Dios, ser sinceros exponiendole nuestro corazón, esperando y poniendo atención en Su respuesta (Salmos 5:3).  Cuando somos sinceros, podemos reconocer nuestros pecados... y cuando hablamos con Dios podemos conocer Su corazón, ver su rostro de alegría o tristeza, aprobación o cernsura y entender las cosas que no le agradan; por lo tanto, tendremos la necesidad de convertirnos y cambiar aquellas cosas de nuestra vida que le ofenden.  Es aquí donde podremos adquirir la gracia para convertirnos de nuestros malos caminos, porque anhelaremos agradar al Señor con todo nuestro corazón.

Entonces y solamente entonces Dios oirá nuestro clamor y peticiones, oirá nuestras necesidades y perdonará nuestro pecado, porque Su misericordia es nueva cada mañana (Lamentaciones 3:22-23)... y no solo eso... Él hará que nuestra tierra sea próspera, dé mucho fruto y seamos plantío de Jehová; Dios hará que todo lo que hagamos para trabajar sea bendecido, lo que significa que nunca nos faltará el alimento y estaremos verdaderamente seguros y felices.

Pueblo de Dios... Humíllate delante del Señor, Ora cada día esperando poder contemplar Su rostro, para convertirte de aquello que no le agrada y Dios oirá tus peticiones, te perdonará y te bendecirá abundantemente.


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