El pecado del hombre conforme al corazón de Dios.
El pecado de David.
Aconteció
al año siguiente, en el tiempo que salen
los reyes a la guerra, que David envió a
Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y
sitiaron a Rabá; pero David se quedó en
Jerusalén (2Samuel 11:1).
Cuando David tenía la
responsabilidad de dirigir a Su pueblo y llevarlo a la victoria, cuando los
reyes debían estar en el campo de la batalla, él se quedó en casa… este fue el
inicio de su debacle.
El pecado de David nació en
el ocio, cuando obvió sus responsabilidades y antepuso su placer ante su
obligación. Desde la terraza de su casa sus ojos se posaron en aquella mujer, y
jamás volvió a ser el mismo. El adulterio,
llamó al engaño… el engaño llamó a la traición y por último la traición trajo
el asesinato. David… aquel gran rey de
Israel, llamado por Dios para ser Su siervo fiel, de quien se dijo que tenía un
corazón conforme al corazón de Dios, ungido desde muy joven, lleno del Espíritu
Santo, estaba allí... obrando como cualquier inicuo, impío y se había
convertido en un asesino. Urías había sido un hombre fiel hasta la médula,
vivía por su rey, y estaba dispuesto a morir por él, no obstante, aquel hombre…
el rey David, al que servía ciegamente le traicionó sin misericordia mandándolo
a la muerte.
Más tarde David se
arrepiente y su pecado es remitido (2Samuel 12:13)… sin embargo, las consecuencias de ese
desliz, lo persiguieron como pesadillas todos los días de su vida, terminando
con la destrucción de sus hijos. El pecado de David fue remitido o redirigido a
su familia y a su pueblo; porque no hay nada en este mundo que hagamos que no traiga
resultados, porque todo lo que el hombre siembra… eso cosecha (Gálatas 6:7) y
porque David despreció aquellas cosas que estaban bajo su responsabilidad, por
lo tanto, también las consecuencias de su pecado recayeron sobre ellas.
Tengamos cuidado del ocio, procuremos cumplir con nuestra responsabilidad cuando tenemos que hacerlo, la familia es importante... cuidémonos del pecado,
huyamos de él, porque aunque seamos llenos del Espíritu Santo como lo era David,
o tengamos aquella unción que nos hace dominar osos y leones, o incluso si Dios
mismo ha declarado que tenemos un corazón conforme al suyo, el pecado siempre
es más poderoso que aquel que no está haciendo lo que debe de estar haciendo…
el pecado siempre será más poderoso que aquel que no está haciendo la voluntad
de Dios.
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