Llevando mucho fruto.
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. Salmo 1:1-3.
Aquí tenemos el verdadero camino a la prosperidad íntegra:
Primero: debemos dejar de escuchar los consejos de aquellos impíos que saben mucho acerca de cómo hacer dinero en este mundo.
Segundo: para nada debemos seguir sus caminos, caminos que ellos muestran con pasos o lineamientos para alcanzar el éxito.
Tercero: tampoco debemos sentarnos a juzgar a los demás como simples instrumentos para nuestro beneficio como lo hacen ellos.
Antes bien, debemos deleitarnos en la Palabra que rige a los hijos de Dios, aquella espada de dos filos que penetra hasta partir el alma y el espíritu... debemos tener agrado de las leyes que el Señor nos dicta para ser justos, no como el impío que huye de cualquier cosa que le toque su pecado (Juan 3:20).
Así mismo debemos leer la Palabra de Dios hasta adquirir entendimiento, eso es meditar, leer y volver a leer hasta comprender lo que Dios quiere decir para mi vida, porque no solo del pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que "sale" de la boca de Dios (Mateo 4:4).
Entonces y solamente entonces seremos plantados junto al río de Dios, y beberemos de sus aguas constantemente, por lo tanto, daremos fruto de justicia al treinta, sesenta y ciento por uno, habrá vida en nuestro rostro y todo lo que emprendamos siempre será provechoso, porque estaremos guiados por la voz de Dios, haremos Su voluntad y por supuesto, cuando hagamos todo lo que Él diga que hagamos, todo nos saldrá bien (Josué 1:8).
Esta prosperidad no es como la prosperidad del mundo, no se mide en billetes, se mide en frutos (por sus frutos los conoceréis, Mateo 7:20). Ese árbol está plantado en el rio de Dios, su Palabra fluye hacia sus raices, es alimentado por Su Espíritu Santo y por lo tanto sus hojas no caen, tiene vida visible en su faz y da mucho fruto (Juan 15:8) que es el propósito de Dios para que le glorifiquemos.
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