La verdadera unción.
Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros (Salmos 45:7).
El Señor advirtió sobre los falsos ungidos o cristos (Mateo 24:24) que en estos últimos días se levantarían, sin embargo, por sus frutos los podemos conocer. La unción da frutos de justicia, no es un show, ni nada parecido; la unción es aquella virtud que el Señor le da a sus hijos cuando estos aborrecen la maldad y aman la justicia.
David fue escogido entre sus hermanos para ser rey sobre Israel, porque Dios encontró algo en su corazón que le hacía digno de recibir aquella unción, razón por la cual le dice a Samuel que Él no miraba lo que los hombres veían, sino el corazón. Dios vio en David su amor por la justicia, y su odio por la maldad, y por esto pudo matar osos, leones e incluso al enemigo gigante Goliat. La unción verdaderamente da poder y fuerza, da capacidad y sabiduría para realizar los propósitos de Dios, pero esa unción solamente se le da a aquellos que odian la maldad, que lloran por su pecado, temen ofender a Dios y añoran el reino de los cielos y la justicia del Señor.
Lamentablemente hoy en día cualquiera se dice ungido del Señor, pero tarde o temprano se revela lo que en realidad son, cuando sus pecados son revelados al público. ¿Quiéres ser ungido del Señor? no sigas el ejemplo de lo que se ve en la televisión, sigue el ejemplo de Jesucristo quien huyó del pecado y abrazó la justicia como nadie, por lo que fue ungido con oleo de alegría más que a cualquiera en el universo, como recompensa por haber despreciado el reino terrenal y puesto sus ojos en el eterno.
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