Amigos del Señor
Ya
no os llamaré siervos, porque el siervo
no sabe lo que hace su señor; pero os he
llamado amigos, porque todas las cosas
que oí de mi Padre, os las he dado a
conocer. Juan 15:15
Primero somos
discípulos, luego siervos, con el fin de llegar a ser Sus amigos. Ser amigos del Señor es un nivel superior al
que todo cristiano debemos aspirar.
Algo impresionante
acerca de esto es que cuando llegamos a ser amigos del Señor, Él mismo nos da a
conocer Sus secretos (Amos 3:7), pues cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman
(1Corintios 2:9). Por lo tanto para ser amigos
de Dios, ante todo tenemos que amarle incondicionalmente, pues un amigo no
espera nada a cambio, porque el amor “no busca lo suyo” (1Corintios 13:5). Así mismo debemos obedecer Sus mandamientos (Juan
15:14), que se resumen en “amar a Dios sobre todas las cosas” y “a nuestro
prójimo como a nosotros mismos” (Mateo 22:37-40; Romanos 13:10).
Amar a Dios, nos hará
cumplir con sus mandatos naturalmente, sin quejarnos y con alegría; y seremos “amigos”
de Dios, teniendo los privilegios de un amigo del Ser Supremo. Dios nos revelará verdades escondidas, de tal
manera que no hará nada sin contárnoslo primero a nosotros, y sabremos lo que
hace o se dispone hacer, hablará constantemente a nuestro corazón y tendremos el
privilegio de oír Su dulce y maravillosa voz.
Ya no busquemos a Dios
solamente por las bendiciones y sus favores… dejemos de ser “interesados”,
dejemos de ser “sanguijuelas” que solamente dicen: dame… dame (Proverbios 30:15);
y encontremos la bendición maravillosa de amarle, tengamos una verdadera
relación con Dios, ¡seamos Sus amigos!
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