¿Sabemos realmente quién ama?
A veces juzgamos a otros a partir de su conducta y creemos que a algunos les falta amor y otros son tan amorosos, sin embargo, podríamos estar equivocados en nuestra apreciación. recordemos que cuando creemos que sabemos algo, no lo sabemos verdaderamente como debemos saberlo (1Corintios 8:2).Como bien podemos recordar, Judas fue nombrado por Jesús como tesorero (Juan 13:29), era un hombre de confianza (Salmos 41:9); así mismo, era muy amoroso con la gente pobre y pensaba en ellos (Juan 12:5), comía del mismo plato de Jesús (Mateo 26:23) y se sentaba junto a él en las reuniones, y comunmente saludaba al maestro con un beso bien puesto en la mejilla (Lucas 22:47), Jesús mismo lo llamaba su "amigo" (Mateo 26:50); lloró amargamente cuando devolvió las 30 piezas de plata que le dieron como pago por traicionarlo (Mateo 27:3). No obstante, todas estas características nos pueden engañar y podríamos pensar que Judas amaba mucho.
Sin embargo vemos al apóstol Pedro quien pudo ser de tropiezo al Señor (Mateo 16:23) y negó a Jesús públicamente tres veces, gritó maldiciones y lo despreció terriblemente (Juan 18:25-27); pero Jesús sabía que Pedro verdaderamente le amaba (Juan 21:15-17).
A veces creemos que el que nos besa, nos abraza, se sienta a nuestro lado, nos da su amistad, come con nostros y es de confianza, es quien nos ama, y también creemos que alguien que muestra preocupación por los pobres y es altruista, verdaderamente es un cristiano amoroso por la gente; sin embargo, vemos al que nos hace llorar, nos ha despreciado algún día, nos ha ofendido y ha sido tropiezo para nosotros, y pensamos: este no nos ama.
Hay muchas personas en las iglesias cristianas que hoy en día viven juzgando equivocadamente al amor, diciendo que en la iglesia "no hay amor" pero el amor comienza en nuestros corazones.
Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios. 1Corintios 4:5
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