Hombres y mujeres de fe.
Hebreos 11:8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
Abraham obedeció sin preguntar... él no sabía a dónde iba, simplemente caminó porque Dios se lo pidió.
Un hombre con fe, no anda preguntando cómo o cuándo, simplemente obedece la Palabra de Dios sin argumentar, ni cuestionar lo que dice Dios.
Hebreos 11:9-10 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
A un hombre de fe no le importa su condición en esta vida, sea esta mala o buena, no le interesa el "hoy" más que el "mañana", su esfuerzo está puesto en el galardón que Dios le ha prometido y no en las bendiciones que pudiera tener ahora. Un hombre de fe tiene "visión eterna"; para él esta vida es solamente un pequeño paso que tiene que dar para llegar a una meta suprema, por lo tanto soporta aflicciones como buen soldado (2Timoteo 2:3). Sus propósitos no están en esta vida, su esfuerzo no es para tener un mejor empleo, o una mejor casa o un mejor automovil; su esfuerzo está puesto en hacer la voluntad de Dios en esta vida que es una carrera, despojándose de todo peso y pecado que le impida llegar a la meta (Hebreos 12:1).
Un hombre de fe puede ser despreciado, abandonado por sus más íntimos amigos, acusado injustamente, insultado, abofeteado, escupido y en última instancia hasta asesinado (como sucediera con Jesús), pero nunca, nunca, nunca, nunca, cambiará el rumbo trazado por Dios para su vida y su mirada no se desviará del blanco de su llamamiento por nada de este mundo.
Recordemos que el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1Juan 2:17).
Procuremos esforzarnos por ser hombres y mujeres de fe.
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