Ir al contenido principal

Cuando necesitemos ir al médico



Antes de ir a los médicos

En el año treinta y nueve de su reinado,  Asa enfermó gravemente de los pies,  y en su enfermedad no buscó a Jehová,  sino a los médicos. 2Cónicas 16:12.

Asa murió de esa enfermedad… pero, Ir a los médicos no tiene nada de malo… al contrario, Dios les dio la inteligencia para lograr hacer su trabajo y son una bendición para solucionar nuestras enfermedades; el problema estaba en el corazón de aquel rey.

Asa fue un rey de corazón recto delante del Señor  (1Reyes 15:8;2Crónicas 15:17), sin embargo, cuando tenía dificultades siempre buscaba ayuda en otros (2Crónicas 16:7); no buscaba a Dios primeramente.   Así también como muchos de nosotros cuando tenemos problemas y rápidamente pedimos ayuda a aquellos que nos pueden dar una mano, nos dan préstamos para salir de apuros, un analgésico que nos alivie el dolor, y se nos olvida lo más importante que es ponernos en las manos de Dios, pedir ayuda al que todo lo puede y al único que verdaderamente puede darnos una solución a nuestros problemas.

Antes de acudir a los médicos, Asa debería de haber buscado a su Dios.  Así mismo cuando nosotros estemos enfermos, no pongamos nuestra fe en los hombres, por más capacitados que ellos estén, no seamos prestos en correr a los médicos antes que poner nuestras vidas en las manos del Creador, Jehová Rafa, el médico de médicos; busquemos primeramente Su reino y Su justicia y cuando hayamos tenido un encuentro con el Todo Poderoso... con Su autorización entonces vayamos al doctor, y Dios se agradará de nosotros, utilizará las manos de los hombres para bendecirnos y nos dará las peticiones de nuestro corazón (Salmos 37:4).

Entradas populares de este blog

entresacando lo precioso en lo vil

Entresacando lo precioso en lo vil ...y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Jeremías 15:19. Un rayo de luz en medio de la densa oscuridad...  una pequeña nube del tamaño de la mano de un hombre en la inmensidad del cielo azul... una gota de agua en el desierto más atroz… tal vez, una ínfima sonrisa en medio de aquel horrible mar de lágrimas o un halo de esperanza en un lamentable universo de tristezas...  pero, siempre habrá algo precioso en medio de lo vil, algo útil en la basura, algo bello en los desaciertos, algo hermoso en el desierto. La clave está en encontrarlo; hacer a un lado lo que no vale, olvidar lo que no edifica, aprender de lo que enseña, pensar en lo que es verdadero cuando todo parece falso, lo honesto cuando todo parece hipocresía, lo justo cuando todo parece injusto, lo puro en lo impuro, encontrar el buen nombre, la virtud y la alabanza (Filipenses 4:8) donde parece que todo está perdido, recordando que a los que a Dios aman “t

Fiesta en el Desierto

Gozo en el desierto Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. Éxodo 5:1. Una buena fiesta se celebra en un buen lugar, con piscina, sauna, cancha de tenis, amplios jardines, y por supuesto: abundante comida; Debe ser un lugar cómodo y placentero, donde se pueda estar mucho tiempo sin querer retirarse.   Sin embargo, Dios escogió nada más y nada menos que el abrazador, soleado, y tórrido desierto para que Su pueblo celebrara la fiesta más grande que jamás hubieran ellos realizado...  "la fiesta de la liberación".  Allí en aquel lugar arenoso, sin vida, desprovisto totalmente de algún destello de vegetación, incómodo y vacío, peligroso, escaso del líquido vital y de pan… allí se proponía Dios que Su pueblo se gozara en Él.   Y qué mejor lugar para un corazón agradecido que no ve los pormenores del desierto, no se queja, sino más que todo se deleita en la libertad recibida aquella noche por la sangre de

La maldición nunca vendrá sin causa.

La causa de la maldición Pro 26:2   Como el gorrión en su vagar,   y como la golondrina en su vuelo,   Así la maldición nunca vendrá sin causa. Es por demás que gritemos, declaremos, rechacemos, revirtamos y hagamos un sinfín de rituales contra las maldiciones, si no quitamos la causa… porque la maldición nunca vendrá sin una causa. En 1Juan 5:8 dice que el maligno no tiene derecho alguno para tocar a aquel que no practica el pecado y el pecado es la causa de las maldiciones (Deuteronomio 28:15); así mismo la Palabra declara que el que aportille el vallado lo morderá la serpiente (Eclesiastés 10:8).   Esto significa que cuando por medio del pecado abrimos agujeros en la cerca de protección que Dios nos ha puesto por medio de la Sangre de Jesucristo, al redimirnos de la maldición en la cruz; entonces la serpiente antigua, nuestro enemigo, tiene derecho pleno para poder entrar y utilizar sus artimañas para destruirnos, inyectándonos su veneno de maldición en nuestro