La obra de arte del maestro
Nada había escapado a su ingenio, era el último detalle que quería
poner en su obra maestra, la última nota de la melodía, la última pincelada del
lienzo, el detalle final que hacía diferencia entre todas sus demás composiciones. El maestro
había terminado su obra de arte, se detuvo a contemplarla… esbozó una pequeña
sonrisa de contentamiento, contemplando por un tiempo los más mínimos detalles…
suspiró por un segundo y se enamoró aún más de aquella creación que había
salido de lo más profundo de su maestría y talento. Tenía el deseo de que aquella invención fuera
utilizada según había sido diseñada para beneficio de la humanidad, para ser la
diferencia en el mundo, para mostrar lo grande que el artista había sido al
construirla. Nueve meses había tardado
en plasmar en ella sus anhelos, nueve meses que pasaron como el aire, nueve
meses de ir modelando inspiración en su diseño, nueve meses de poner empeño en
su dulce y fiel empresa.
Pero como cuando el sol está cubierto por las densas nubes negras del
olvido, que obstruyen y hacen ciegos esos rayos refulgentes del astro poderoso,
muchas veces esa obra permanece en el desván de la rutina y la costumbre, tal
vez por ignorancia o por la falta de
esperanza, pero Él aún sigue confiando con afán, que aquella obra de sus manos
cumpla al fin aquel propósito por el cual con tanto esmero creó con diligencia.
Somos creados por el rey del universo, el artista más glorioso del
tiempo de los tiempos… nadie en todas las edades ha sido tan sagaz y habilidoso,
Él con todo empeño diseñó nuestro semblante, puso cada cosa en su lugar, ni
siquiera el más minúsculo detalle, ni aún el más pequeño de una docena de
lunares, nada le pasó inadvertido, aquello que hemos dado en llamar nuestros errores
e imperfectos caracteres, Dios los puso allí porque eran parte del diseño de su
magna inspiración para darnos el buqué que Él con tanto amor había esperado.
Porque tú formaste mis entrañas;
Tú me hiciste en el vientre de mi madre.
Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. Salmos 139:13-14.
Venimos a este mundo por que Dios nos puso aquí, nos hizo tal como Él
quería, y nos dio todos los recursos para que cumpliéramos con cada cosa para la
cual habíamos nacido. Por lo tanto, Dejemos
de dar vueltas al desierto y decidamos ir por el camino del propósito de Dios
para nosotros, el aliento y la bravura de cambiar nuestra rutina en el fiero
conquistar de nuestra tierra prometida.
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