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Luna de miel o de hiel

Hasta que la muerte los separe...

Cuando un hombre y una mujer se unen en matrimonio, generalmente buscan ser felices.  Sin embargo, muchas veces terminan viviendo una pesadilla increíble.   Aquellos abrazos apasionados del noviazgo se transforman en gritos desesperados; las palabras tiernas en hirientes insultos, todo aquello que se construyó con el tiempo, es derribado en un momento. El divorcio es la única salida de aquellos dos corazones destruidos que no querrán verse nunca más, aunque un día se prometieron estar allí hasta que la muerte los separe...  pero no… los sentimientos fueron asesinados y ya no hay fuerzas para poder continuar. 


Hombre que te haz unido a una mujer para sentirte muy feliz…

Mujer que te haz unido a un varón para sentirte en luna de miel…

...Luna de hiel ha sido tu vida…  luna de hiel día tras día…  se ha perdido aquel amor que tenías ayer…



Jesús se comparó a sí mismo como un Esposo para todos aquellos que le amen, un esposo que es ejemplo de la cabeza de lo que debería ser un matrimonio.  Jesús nos amó primero (1Juan 4:19) y lo demostró entregando Su vida hasta la muerte (Romanos 5:8), y ese amor cubrió multitud de pecados (1Pedro 4:8), ante puso ese amor al interés personal.



Si tan solo imitáramos al Señor Jesucristo en Su relación con La Novia, si tan solo viviéramos para hacer feliz a nuestro cónyuge, anteponiéndoles a nuestros intereses; entonces el enamoramiento no iría menguando sino al contrario iría creciendo y creciendo hasta la perfección de una relación pura.



Si ya vives en una luna de hiel, comienza con recordar la razón por la que juraste eterno amor en el altar, pide al Señor que renueve ese amor en tu corazón, luego intenta perdonar, porque el amor cubre multitud de faltas, y entonces…



Luna de miel, será tu vida…  luna de miel todos los días...  
pues Jesús ha reservado el mejor vino para hoy.

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