Al filo de un milagro
(Mateo 9:20-21)
El tiempo había pasado sin misericordia sobre su escuálida
figura, aquella época de pompa y juventud se había esfumado sin dejar un ápice
de rastro sobre ella, la esperanza y la ilusión se convertían cada día en esa
triste y salvaje utopía que la poseía como una cruel pesadilla. La pobreza
se esmeraba en hundirla en un abismo sin salida, mientras la enfermedad le
consumía gota a gota de su vida. Caminaba
sin motivo, rindiéndose a los horrendos atractivos de la más amarga de las
muertes.
Doce años de tristezas y amarguras, doce años de dolor y
aflicción, doce años que la habían consumido poco a poco, doce años que la
habían acercado hasta el punto peligroso del desastre… la derrota final… la
decisión última de acabar de tajo con su pobre y lamentable existencia.
Pero como suele suceder cuando nacen los prodigios... como
suele suceder cuando en los laberintos de la vida se ha perdido la salida y
alguien llega a rescatarte en el último instante… Jesús se
presenta justo a tiempo y sana sus dolencias.
Porque un milagro solamente aflora en medio de las peores
circunstancias de la vida… un milagro
solamente nace en medio de las necesidades más grandes de los hombres… ese milagro vendrá cuando menos lo pensamos… al final… cuando más necesitamos
Así es cuando un cristiano se encuentra al borde de un portento... al filo de un milagro... ese punto donde se ha
quebrado hasta la última de sus fuerzas, ese momento donde no hay más que
hacer, donde morir es la única solución… allí es donde aparece… allí es donde
se muestra aquel dulce Señor… el maravilloso sanador… Jesús el milagroso
salvador.
Comentarios
Publicar un comentario