Amistades equivocadas.
Se llamaba Josafat, rey de Judá, hombre justo, que fue capaz de dar honor a su linaje, la estirpe de David, testigo de aquella impresionante victoria del Señor en el valle de Beraca, por simplemente cantar de Su misericordia... Conocedor del Todopoderoso, quien lo vió andar en Sus caminos, hasta el último día de su vida.
Sin embargo, se creyó demasiado sabio para escoger sus amistades, y así le enseñó a sus hijos, terminando como buen amigo de Acab, marido de la malvada Jezabel, perjudicando aquello que había construido en su núcleo familiar, pues Joram, su hijo, poniendo sus ojos en la bella pero infame Atalía, hija de aquel impío matrimonio, perdió el rumbo trazado por su Dios y lamentablemente aquel hombre justo, no pudo contener el aluvión de destrucción que vino como consecuencia.
La familia es un huerto que sembramos y debemos proteger, pidamos mucha sabiduría y no le abramos nuestra cerca a cualquiera que venga ofreciendo su amistad, porque aunque tal vez a nosotros no nos logren tambalear, aquellos hijos que nos ha confiado nuestro Dios, pueden salir más que perjudicados.
2Cronicas 17-20
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