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La Palabra Viva del Señor

La Palabra de Dios es viva (Hebreos 4:12), ¡no está muerta!  discierne los pensamientos e intenciones de nuestro corazón, que bien sabemos es tan engañoso que no podemos conocerlo ni siquiera nosotros mismos (Jeremías 17:9).  
La Palabra es parte integral de Dios y es un instrumento del Espíritu Santo para comunicarse con nuestros corazones, reprendernos, corregirnos e instruirnos en la justicia (2 Timoteo 3:16).  
No es un libro para sentar doctrinas aunque ninguna doctrina debería salirse de lo que ella expresa...
No es un libro de normas y reglamentos, aunque norma nuestra vida...
No es un libro para descubrir el porvenir aunque lo proclama...
No es un libro de autoayuda aunque motiva a los desanimados y da coraje a los que están debilitados...
No es un libro de pecados, aunque los señala guiándonos para el arrepentimiento...
No es simplemente un libro de frases célebres, son las palabras del Todopoderoso que se ajustan a nuestras necesidades en el tiempo oportuno. 
Porque no es un libro muerto, cada mañana te dará sus instrucciones oportunas y te animará para enfrentar el afán de cada día. 
La Palabra de Dios es asombrosa, fantástica, fascinante y si se pudiera decir de esta manera, raya hasta en lo mágico, porque hablará de forma precisa en el momento acertado la voz de Dios, diciendo a nuestros corazones exactamente lo que necesitamos, porque es inspirada directamente del corazón del Dios eterno, de su sabiduría y gran poder. 
Por lo tanto, cada vez que leamos las Sagradas Escrituras, pongámonos en las manos del Señor, escuchemos muy atentamente, meditemos en lo que nos fue dicho y caminemos en esa instrucción, así milagrosamente estaremos firmes en la roca (Mateo 7:24) de nuestra salvación.

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