Que tu fe no falte.
Te ha deseado el enemigo, retorciendose en el fango de la envidia más artera...
Zarandearte como a trigo, poniendo su total empeño en golpear sobre tu casa... socavar tus fuerzas, soplando con ímpetu contra el tronco de tus ramas... Aventando una corriente de difamaciones sobre la base de tus muros... Señalándote los miedos con la mejor de sus falacias...
Sin embargo, el trigo se limpia en la zaranda y la debilidad nos hace aún más fuertes...
Y aunque las palmeras se doblegan a los vientos, sus cimientos jamás serán desarraigados.
Por eso desde el cielo Jesucristo intercede por nosotros... Pidiendo, no quitarnos las tormentas y los vientos, más bien clamando que la fe en nuestros corazones, sea el valuarte poderoso que sostenga nuestras vidas, anclados al cimiento del Eterno Todo Poderoso.
Y al final nuestro enemigo, de un momento para otro, huirá por su impotencia, pues aunque no se había dado cuenta... se hallará luchando contra Dios.
pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte... Lucas 22:32
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