Nada bueno resulta de la casualidad...
Un par de zapatos de esos que se atan con correas, el teléfono "inteligente" que en estos días se ha vuelto indispensable, aquella canción dedicada a la persona más importante de tu vida o el piano que acompaña las mejores melodías... el infinito y extenso universo, la luna que manipula las mareas o el calor del sol que mantiene vida en el planeta... Ninguna de estas cosas ha surgido por casualidad, y nada bueno surgió por accidente... Los azares del destino de ninguna manera serán causantes de aquello que nos es útil en la vida.
Porque jamás habrá cosecha si nunca se ha sembrado la semilla, y nunca un hombre de gran sabiduría, nacerá de padres descuidados y que han sido indiferentes.
Por lo tanto si quieres tener una medalla de oro de los juegos olímpicos, el campeonato de natación más importante de la historia, o por lo menos un día satisfactorio en tu trabajo... si quieres estar orgulloso de unos hijos que se entregan a tu Dios, una familia integrada y un matrimonio en unión indivisible tendrás que trabajar con gran esmero y valentía, hacer un plan que te guíe en el proceso y siempre con la guía de la Biblia, la Palabra del Señor.
Cristian Larios
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