Deseando la comida de los cerdos
Y deseaba
llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos... Lucas 15:16
Llega ese
momento, cuando en medio de haberte distanciado del Señor, has tocado fondo, pero
no te has percatado todavía… cuando sin
sentirlo has caído a los lugares más bajos de la tierra sin habértelo propuesto… simplemente ha pasado mucho desde que le
dijiste a tu Señor, que querías vivir tu vida sin ninguna restricción y poco a poco has llegado hasta allí.
Durante tanto
tiempo te habías olvidado de tu Padre… aquel que te dio la vida y te hizo
renacer… te olvidaste de las cosas buenas que había en Su casa que también era
la tuya… te olvidaste de pedirle lo que necesitabas, gastando las riquezas que
en herencia recibiste de Su mano, creyendo que jamás se acabarían.
Pero llega
ese momento, cuando en medio del chiquero y la triste porquería… miras la pocilga en la que tú mismo te has
metido… y caes en la cuenta que estás
deseando la comida de los cerdos…
deseando sus desechos, anhelando alimentarte de aquello que a ellos les
sustenta… ese libro prohibitivo… esa
página con fotos inmorales… aquel video que muestra lo más bajo de los
instintos de los hombres… Pero caes en
la cuenta que no eres de los cerdos… eres hijo de los cielos y no es natural
aquel anhelo… reparas en tu origen y recuerdas tus raíces… es allí donde te viene a la memoria el
cordero que comías en la casa de tu Padre.
Es entonces
cuando un verdadero hijo de los cielos… un legítimo hijo del Maestro… un retoño
del buen Padre Celestial… no puede más que salir de la pocilga y regresar a aquella
casa… la casa de su padre… su verdadero
y bello hogar.
Si has caído
o estás alejando a Cristo de tu vida… es lo mismo para todos, el fin de eso es
la pocilga… el fin de eso es querer
alimentarse del sustento de los cerdos olvidando sustentarse del Cordero… pero no
es natural ese deseo, no es normal aquel desvío… recapacita y vuelve a la casa
de tu Padre… vuelve a tu casa, que tu Padre cambiará los andrajos de tu ropa,
lavará tu cuerpo de aquel lodo cenagoso y con sus brazos extendidos te dará un
abrazo paternal y hará fiesta en tu nombre pues te ama sin medida.
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