La familia es la base de la sociedad, nos enseñaron... y tenían razón, por eso el enemigo siempre estará al acecho para devorarla.
Personalmente pude comprobar que vivir en una familia cristiana donde se habla de Dios, nos llevan a la iglesia cada fin de semana, y donde en el transcurso de la juventud se adquiere convicción espiritual, nos hace estar firmes donde quiera que estemos.Cuando nos inscribieron a la universidad, algunos hermanos de la iglesia se asustaron porque creían que saldríamos de allí, como unos perfectos ateos... pero no fue así, Porque en mi corazón había nacido esa convicción que se había formado en la familia.
Es así que la familia siempre será atacada por el enemigo y ahora lo seguirá haciendo desde sus raíces, utilizando recursos modernos como nuestros celulares primeramente y luego falacias muy inteligentes que en algunos países ya se enseñan en sus escuelas y que pronto también se enseñarán en las nuestras. No porque yo sea pesimista, sino porque ya estaba profetizado que en los últimos tiempos habría hombres amadores de sí mismos... blasfemos, desobedientes a los padres... sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes... aborrecedores de lo bueno... amadores de los deleites más que de Dios... Y eso, lamentablemente ya esta sucediendo desde hace muchos años.
Sin embargo, por la experiencia que tengo en la universidad donde estudié y lo que he aprendido con mi esposa, confirmado por el testimonio de mis propios hijos, La Biblia tenía razón, en que si hablamos la palabra de Dios todos los días al salir, al entrar, al almorzar, al desayunar, y antes de dormir, nuestros niños y nuestra familia estarán a salvo. Y ninguna política, plan conspirativo, tendencia ideológica o enseñanza en los colegios, podrán desviar a aquel niño que fue instruido en su camino.
Estos son los días en que el espíritu y poder de Elias hará volver los corazones de los padres hacia sus hijos... estos días en que la lucha más grande no sucederá en las escuelas, tampoco en los gobiernos de este mundo, ni siquiera en las calles donde algunos cristianos levantan su voz asustados de lo que vendrá... Sino en el mismo interior de nuestros hogares, donde la enseñanza de Deuteronomio 6:7 cobrará aun más relevancia.
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