Agur dijo: No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios (Proverbios 30:8-9)...
Pero el apóstol Pablo por medio del Espíritu Santo dijo: Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad, Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4:12-13), porque en Cristo los desiertos tienen agua que surge de la roca y en la abundancia se gestan buenas obras.
No pienses como Agur que al contrario de lo que parece tenía pensamientos egoístas, pues quería estar en una zona de confort donde no hubiera guerra dentro de su alma, piensa como Pablo pues cuando estés en el desierto podrás ver la mano del Señor en cada día, y no huirás de la riqueza porque con Su ayuda sabrás administrarla para gloria de Su nombre.
Estando seguro que tu riqueza redundará en bendición para la iglesia de nuestros días, para los ancianos y niños desamparados, así como proveer para las misiones de gente que evangelizan en lugares complicados e imprimen biblias distribuyéndolas para aquellos que no pueden acceder a la Palabra.
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