El muchacho callaba, sudando más de lo normal, a la vez que cargaba en sus espaldas la leña para el holocausto, mientras subía al monte, siguiendo a su padre, que caminaba lentamente como si quisiera alargar aquel momento... Abraham estaba dando el gran paso, que más adelante haría que le llamáramos "padre de la fe" , pero Isaac nos demostraba en silencio lo que significa la obediencia.
¿Dónde está el cordero para el holocausto? - preguntó el muchacho, esperando que lo obvio no fuera nada más que un mal presentimiento.
Dios proveerá -contestó su padre, quien luchaba en su interior creyendo que eso fuese así en realidad...
Esa fue la prueba más grande de aquel padre que a lo largo de tres días sufrió el arado de la fe, que obró primero por amor, pero también la prueba más intensa de aquel hijo que demostrando obediencia que también fue fruto del amor, proveyó el cordero que aquella tarde se necesitaba.
El Hijo cargó la leña del madero, llevando en sus espaldas la cruz del holocausto, mientras el Padre ponía su fe en la salvación de la humanidad.
Al final ambos bajaron abrazados, regresando del monte de la provisión... La provisión de gracia y misericordia... La provisión de amor y salvación... La provisión que trae la salida a todos los problemas del camino que lleva al holocausto.
Génesis 22:6
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