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¡Golpea otra vez!


Continúa golpeando!

Hace algún tiempo escuchaba el testimonio de alguien, contando cómo el Señor le había dado la bendición de que le autorizaran un préstamo en el banco para salir de sus deudas...  Y pensé en mi interior, ¿por que no pidió que Dios le pagara sus deudas, si Él es omnipotente?
Entre paréntesis, Dios ya ha hecho eso conmigo y mi familia.

Pero tenemos el Dios del tamaño que creemos que es, que hace milagros del nivel de las limitaciones que le ponemos, porque conforme a nuestra fe nos será hecho (Mateo 9:29).

Esto me Recuerda a aquel rey de Israel llamado Joas, que un día llorando se presentó ante Elías para recibir la ayuda del Todopoderoso, pero cuando el profeta le dijo que tomara las saetas que tenía en sus manos y que golpeara la tierra, golpeó solamente tres veces, por lo que fue grandemente amonestado, por que si hubiera golpeado por lo menos cinco veces hubiera derrotado a los sirios para siempre, pero ahora solamente tres veces lo haría (2 Reyes 13:18‭-‬19).

Es que a veces somos tan cortos de vista, porque siendo más que vencedores por medio de aquel nos amó, nos conformamos con menos...   Nos conformamos con el desierto teniendo toda una tierra prometida por delante... Nos confirmamos con una canoa, cuando podemos cruzar el mar y caminarlo en seco.

Somos hijos de un Dios ilimitado, que tiene recursos por billón...  Somos hijos del mismo Dios de aquel que no se quedó sentado viendo la amenaza de Goliat, cuando insultaba al pueblo del Señor, y por ello pudo ver esa gran victoria que hasta ese día, era realmente imposible... hijos del mismo Dios de aquel que desafiando la tormenta, se ofreció para caminar con Él sobre las aguas...  Hijos de aquel Dios que fue convencido por su amigo Moisés a no destruir al pueblo de Israel, cuando ya lo había decidido... hijos del mismo Padre que da más abundantemente de lo que pedimos o entendemos.

Oye tú, Cachorro de león...  ¡Continúa golpeando!
No detengas tu clamor, no pares de pedir aunque parezca una quimera...  ¡Insiste! hasta escuchar la respuesta del que sabe de misericordia, que nos da miles de milagros, aún sin merecerlo.

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