Desde el miedo al deseo E scuché tu voz y tuve miedo (Gen 3:10) Lo más lamentable en la historia de la humanidad es ese momento en que nos escondimos de Su Presencia y de Su voz porque tuvimos miedo. Ese miedo indescriptible que nace en nuestros corazones insensatos sin una razonable explicación. El pecado llegó para quedarse y también el miedo a escuchar la voz de Dios, repitiendo la misma historia cada vez, como sucediera con el pueblo del Señor cuando le suplica a Moisés que Dios no hable con ellos, por miedo a morir, cuando estaban delante de Él a las faldas del Monte Sinaí. Pero c uánto daría por poder escuchar la voz de Dios audiblemente... cuánto daría por tener la posibilidad de oír claramente el susurro del Altísimo buscando hablar conmigo, como lo quería hacer con Adán en el jardín y como lo quería hacer tambien con Israel en el desierto. No será que mi teología me impide creer que Dios habla todavía, excusando el miedo de oírle claramente como...
Palabras pastorales para un mundo necesitado.