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Dejadle que maldiga



Dejadle que maldiga


…Dejadle que maldiga,  pues Jehová se lo ha dicho. Quizá mirará Jehová mi aflicción,  y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy. 2Samuel 16:11-12.


A lo largo de la vida, siempre nos encontraremos con personas a las que no les caeremos nada bien… personas que llegarán a aborrecernos con toda su alma, a tal punto de expresar crueles maldiciones contra nosotros.   Jesús dijo en Lucas 21:17 que seremos aborrecidos por causa de Su nombre, por lo tanto esto será un hecho que tendremos que experimentar tarde o temprano.


Simei era pariente de Saúl y aborrecía a David, pues según él, le había quitado todo… lógicamente tenía un gran resentimiento contra el rey, razón por la que al encontrarse con él, lo maldice delante de todos.  Abisaí, hijo de Sarvia siervo del rey, está a punto de matar al hombre, pero es interrumpido por David.  El rey sabiendo que ni un pajarillo cae a tierra si no es por la voluntad de Dios (Mateo 10:29) entendía que incluso en medio de esas palabras venenosas, Dios podría decirle algo a su corazón; entendía que si Dios estaba con él, cualquier maldición se transformaría en bendición para su vida; entendía que tal vez merecía aquellos gritos de rencor; así mismo también tenía la sabiduría suficiente para entresacar lo precioso de lo vil (Jeremías 15:19).  Porque Dios tiene el absoluto control de todo, incluso cuando alguien nos maldice. Balac quiso contratar a Balaam para maldecir al pueblo de Israel, sin embargo, Dios estaba con ellos y aquella maldición fue revertida en bendición, porque si Dios es con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros?, pues ninguna maldición podrá destruirnos.


No respondamos a las maldiciones rápidamente, la blanda respuesta aplaca la ira (Proverbios 15:1), bendigamos a nuestros enemigos (Romanos 12:20), oremos por ellos (Mateo 5:44). Seamos como nuestro Señor Jesucristo, quien cuando le maldecían, no respondía con maldición y cuando padecía  no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; 1Pedro 2:23; pongamos nuestra causa delante del Señor y Él obrará Su perfecta voluntad, Dios nos defenderá y hará justicia delante de nosotros.

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