La causa de la maldición
Pro
26:2 Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, Así la maldición nunca vendrá sin causa.
Es por demás que gritemos, declaremos, rechacemos, revirtamos y
hagamos un sinfín de rituales contra las maldiciones, si no quitamos la causa…
porque la maldición nunca vendrá sin una causa.
En 1Juan 5:8 dice que el maligno no tiene derecho alguno para tocar a aquel
que no practica el pecado y el pecado es la causa de las maldiciones
(Deuteronomio 28:15); así mismo la Palabra declara que el que aportille el
vallado lo morderá la serpiente (Eclesiastés 10:8).
Esto significa que cuando por medio del pecado abrimos agujeros en la
cerca de protección que Dios nos ha puesto por medio de la Sangre de Jesucristo,
al redimirnos de la maldición en la cruz; entonces la serpiente antigua, nuestro
enemigo, tiene derecho pleno para poder entrar y utilizar sus artimañas para
destruirnos, inyectándonos su veneno de maldición en nuestro interior.
La causa de las maldiciones es “el pecado”, por lo tanto para rechazar
una maldición no es suficiente con decir que las rechazamos, o declararnos
libres de ellas; antes bien debemos rechazar el pecado en nuestras vidas,
huyendo de él y alejándonos lo más posible de sus tentáculos evitando la tentación,
haciendo morir lo terrenal (Colosenses 3:5), sometiéndonos a Dios para que
entonces podamos resistir al diablo y este huya de nosotros (Santiago 4:7).