La Historia de "Toy"
Aquel perrito había tenido suerte… era alimentado diariamente con la mejor comida para perros. Vivía en una granja de dos hectáreas que se encontraba en los suburbios de la gran ciudad, en la que no le faltaba lugar para corretear y sobre todo, era amado por sus amos como ninguno; su nombre era "Toy".Aquel caniche nunca había andado por las calles, nunca había tenido que buscar su comida por su cuenta, ni había tenido que dormir bajo la lluvia buscando refugio en algún arbusto. No sabía nada de la calle, pero se pasaba las horas viendo por debajo del portón metálico de la entrada de aquella granja, donde solamente podía imaginarse, las vibrantes emociones que le aguardaban allá afuera.
Quería estar afuera y poco le importaba que su vida fuera como era. No quería estar preso en aquella libertad, quería ser libre de paredes y de cercas, atraído por su instinto animal. Su deseo era salir de aquel lugar y emprenderse a la aventura conociendo nuevos horizontes haciendo su propia voluntad.
Hay perros callejeros que se mueven por la vida, sabiendo andar en
basureros, haciendo al viento y las estrellas sus amigos, cruzando esquinas
mejor que los humanos, subiendo pasarelas y hablando el mismo idioma del
semáforo. Con destreza de vivir en los
barrancos, cazando y luchando por la vida.
Esos perros son expertos en vivir como ermitaños, perros sin un dueño,
libres como el viento para andar como ellos quieren.
Aquel caniche quería ser como eran ellos, libre de las órdenes del
amo, y andando por las plazas haciendo lo que ellos se veía que hacían tan
felices.
Un día, en medio del descuido de uno de sus amos, al abrirse aquella
puerta, no pudo resistirse y salió corriendo hacia la calle, tras hacer su
sueño realidad. Al correr sin ataduras por aquel lugar, pudo
ver las maravillas que antes solo desde lejos podía contemplar, aquel hermoso
pavimento de empedrados de muchas formas y tamaños, nuevos ruidos y olores que
lo hacían diferente, nuevas experiencias que excitaban su pequeño corazón. De pronto, desde lejos un ruido nuevo y
portentoso comenzó a surgir como emanando de la calle, que haciendo vibrar el
piso en sus patas, llamó su atención y levantando la mirada vio aquella grande
máquina descender directo hacia donde él estaba; tomó aliento, preparó sus
piernas para que corriendo pudiera acercarse hacia aquella enorme cosa que
venía aproximándose hacia él. Aquella
cosa se acercaba cargado de unas llantas que rodaban incansablemente que
llamaron su atención, eran asombrosas y rodaban mágicamente, por lo que quiso
ir a rodar con ellas. Corrió sin
miramientos, sin saber a dónde iba, emocionado por lo nuevo, queriendo aprovechar
cada momento, corrió sin ataduras pensando que era lo mejor que le había pasado
en su corta existencia. Mientras él Llegando
estaba a aquellas ruedas, la máquina sonaba con más fuerza, haciendo estrepitosas
explosiones, aquel amo que hace unos instantes había despreciado, corriendo
tras de él hacía señas con las manos, mostrando su rostro afligido haciendo
gestos desesperado por detener a aquel camión.
La máquina se detuvo justo a un centímetro de aquel, que hasta allí no
había entendido los peligros de aquella libertad que tanto había añorado.
A veces en la vida, vivimos al abrigo de aquellas cercas que impiden
que seamos como el mundo; muros que abrazan nuestras vidas protegiéndolas de
aquello que por dentro quisiéramos tener. Gente que nos ama, pero nos parece
insoportable. No entendemos los peligros
de aquella libertad que tanto deseamos.
Tal vez aquellas cosas que obstaculizan nuestros sueños y anhelos, son
vallados para nuestras almas para no perdernos en tinieblas. Creemos que podremos vivir allá afuera, sin
sufrir las consecuencias. Jóvenes cristianos
que creen que pueden hacer lo mismo que hacen los del mundo, quieren vivir allá
afuera siendo libres, quieren dejar de ser esclavos de sus padres y ya no
quieren oír que se les diga qué tienen o qué no tienen qué hacer. Quieren ser libres y se convierten en
esclavos de placeres… se convierten en esclavos del pecado.
Dijo entonces Jesús a los judíos
que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos; y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. (Juan 8:31-32) …Así
que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres (Juan 8:36).
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