No quieren la Verdad
Isa 30:10 que dicen a los
videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos
cosas halagüeñas, profetizad mentiras
Lamentablemente éste es el corazón de muchas personas que van a la
iglesia en nuestros días… no quieren oír
de sus pecados, no quieren ser reprendidos en ninguna manera, pero sí quieren
oír acerca de premios y prebendas y además quieren saber cómo ser ricos y
poderosos. Quieren conocer los beneficios de Dios, pero no quieren saber nada de
los requisitos del Señor. Son como la
sanguijuela que solamente dice “dame, dame” (Proverbios 30:15) y creen que Dios
está para servirles a ellos. Quieren
palabras halagüeñas, palabras de aliento, halagos que les hagan sentir bien,
predicaciones emotivas que les impulsen hacia metas que se han trazado fuera de
la Palabra de Dios. Quieren oír
mentiras y creerlas… Son seducidos y engañados
porque quieren ser seducidos y engañados. Quieren ser
engañados porque no tienen amor a la Verdad (2Tesalonisenses 2:8-11), y huyen
de la Verdad porque la Verdad es la Luz y no vienen a la luz por que no quieren
que sus obras sean reprendidas (Juan 3:20).
Son como aquellas mujeres descritas por Pablo, que siempre están
aprendiendo pero nunca llegan al conocimiento de la Verdad (2Timoteo 3:6-7). Le dicen "Señor" al Señor, pero no le temen (Malaquías 1:16), ni hacen lo que
Él les dice… le dicen “Señor, Señor”, a nuestro Dios, pero no le conocen… le
dicen “Señor, Señor” al Dios de los ejércitos, pero Él nunca les ha conocido (Mateo
7:21-23) y no los conoce, porque no son Sus ovejas (Juan 10:27-28) y no son sus ovejas, por temor a la transformación.
Si tan solo se dejaran moldear... si tan solo dejaran de temerle a la reprensión... si tan solo dejaran su orgullo a un lado y se presentaran delante de Dios tal como son, con sinceridad, esperando en Su gran misericordia... si tan solo dejaran de esperar palabras halagüeñas y se presentaran delante de la Verdad. Dios se desharía de la grosura de su corazón, ellos oirían, abrirían sus ojos dejando de ser ciegos, tendrían "oídos para oír", entenderían con su corazón, se convertirían y al final de todo, el Dios sanador los sanaría (Mateo 13:15).
¡Iglesia despierta! Es hora de ir al lavadero y limpiar nuestra vida
delante de la santidad de Dios, es hora de ir al lugar secreto del Señor y
conocerle… es hora de ser purificados con hisopo… es hora de que el pecado sea
extirpado de nuestro ser… es hora de amar la reprensión (Proverbios 12:1) y
entrar por la puerta angosta… es hora de despertar y cambiar nuestros deseos…
es hora de no dejarnos engañar por palabras halagüeñas, lisonjas y promesas de
grandeza… es hora de salvación.
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