Dios quiere que llevemos mucho fruto pero eso sucederá solamente si nuestros corazones son "buena tierra" .
Tierra buena de fruto abundante
Abonada por estiercol, inmunda pero fértil, y aunque hiede de podrida, es poderosa en la cosecha.
Tierra que produce cien veces la semilla que en ella se ha sembrado... Tierra que da fruto bueno en abundancia.
Tierra fiel de corazón de polvo
Tierra que el arado de lo vil y el menosprecio ha quebrantado en mil pedazos...
Tierra humedecida con las lágrimas, que ha regado un corazón arrepentido.
Es la tierra de aquellos corazones que son lo más vil y menospreciado por los hombres... La tierra de inmundicia y de quebranto, pero receptora de la fe más poderosa... La fe que produce todo de la nada... La fe de la semilla de mostaza.
Si tus pecados son tan sucios como el fango más podrido y tu corazón ha sido roto y está arrepentido, no necesitas ser el más grande de los teólogos, para ser usado por el Todopoderoso y que el fruto de tu vida sea bueno y abundante.
(Juan 15:8)
(Marcos 4:8)
Esa buena tierra que se produce en combinación del suelo quebrantado por el arado y el fertil abono de los desechos de la naturaleza... una combinación entre el quebrantamiento y la inmundicia... Una mezcla entre el polvo y el estiércol... La unión entre el dolor de la humillación y el reconocimiento de nuestra maldad.
La buena tierra son aquellos corazones que no se tienen a sí mismo como dioses, que se entienden pecadores y jamás serán señaladores... corazones que descubren cada día que lo único que tienen es mucho estiercol para dar.
Todos podemos ser de esa tierra buena, solamente que debemos ser arados con quebrantamiento, porque ya hemos sido abonados de ese estiercol que hay en nuestros corazones.
Por tanto, si algún día te sientes tan indigno como el peor de los desechos... Tienes que saber que Dios saca del estiercol ese abono que produce la mejor de las tierras... aquella tierra que produce fruto cientas veces tanto.
1 Corintios 1:27-28
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