El noviazgo
Cuando hablamos de noviazgo debemos remontarnos al propósito de Dios en la relación entre un hombre y una mujer. Dios dijo: Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne (Génesis 2:24) y se refería a una mujer para un hombre y un hombre para una mujer (Malaquías 2:15). Esto quiere decir que Dios ha preparado una pareja para cada uno de nosotros, la mitad de un todo que nació para unirse entre sí.
Por lo tanto, el noviazgo tiene como objetivo "El Matrimonio", como propósito máximo la unión de dos mitades diseñadas para ser una sola carne. Sin embargo, la cultura de nuestros días ha impreso ciertas características muy peculiares en el noviazgo que están fuera de la Voluntad de Dios, haciendo que éste se convierta en un juego que se debe empezar a edades muy tempranas como una obligación social. Jóvenes de quince años buscando afanosamente una relación, sin tan siquiera pensar en el matrimonio como fin, y han convertido al noviazgo en una necesidad cultural. El noviazgo ha traído destrucción, embarazos no deseados, abortos, suicidios, tristeza y amargura en muchsísimos adolescentes, y aún en la Iglesia se ha absorvido como una costumbre, convirtiéndose en un tiempo de pecado donde lamentablemene se ha abierto las puertas de la "fornicación".
Esto no quiere decir que el noviazgo sea pecado, o que deba ser prohibido, pero como cristianos debemos cambiar las reglas mundanas que lo rigen, recordando que el propósito del noviazgo es el matrimonio. Otra cosa que no debemos olvidar es que el noviazgo no debe ser una "búsqueda" porque sería como buscar una aguja en un pajar, y eso haría imposible que a lo largo de cientos de relaciones se pudiera encontrar la mitad que nos hace falta, y querer tener solo una novia o novio sería como esperar encontrar en un rompecabezas de mil piezas las dos piezas perfectas en tan solo un movimiento. Por lo tanto, necesitamos de un milagro para encontrar la otra pieza del rompecabezas, Allí es donde necesitamos de Dios, porque lo que es imposible para los hombres es posible para Él (Lucas 18:27), es Dios el que debe enviar a esa persona especial en el momento preciso... es Dios el que debe confirmar quién será esa otra mitad.
Cambiemos las reglas del noviazgo, que el noviazgo no sea la búsqueda de esa persona especial, que no sea la búsqueda de la pareja; que sea un paso de fe y de preparación para una vida entera de unidad. Que no sea dirigido por las feromonas o las apariencias, sino que sea dirigido por el Señor, que se busque "primero" a Dios (Mateo 6:33), pues solamente Él tiene esa otra mitad preparada para cada joven creyente.
El noviazgo debe ser un paso de fe hacia el matrimonio y un tiempo de preparación para vivir una vida en unidad hasta que la muerte sea la única que los pueda separar, es un paso de fe donde Dios es el que te aclara quién será esa persona que vivirá contigo para siempre.
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