Un pecado atrae otro pecado... Lectura: (2Samuel 11:1-27) Cuando David pecó descansando en tiempo de trabajo (2Samuel 11:1)… sin nada qué hacer empezó a caminar por el palacio, tal vez un tanto fastidiado… tal vez tratándose de entretener un poco… aburrido de los dados, se puso a fisgonear, se asomó al balcón y vio a la mujer de Urías heteo bañándose; aquel cuadro entró por sus ojos ociosos, lo atrajo, le hizo tropezar y adulteró en su corazón. Posiblemente en ese momento su conciencia trató de detenerle, volteó la vista e intentó dejar de ver, sin embargo, aquella visión poderosa fue más fuerte y atractiva llevándolo a pensar que de cualquier forma ya había caído en las garras del pecado, por lo tanto, ver otro poco más no sería peor. ¡Ilusos!… ¡ilusos!…. Ilusos, cuando consideramos al pecado como fácil de vencer, cuando si caemos una vez, nos da lo mismo que tirarnos de lleno sobre el fango hasta el final. Aquí debería haberse detenido, pero dudó otro momen
Palabras pastorales para un mundo necesitado.