Si no fuera por los nervios, aflicciones, preocupaciones, temores e impotencia qué he sentido cada vez que un gigante de esta tierra me ha retado impertinente, no daría gloria al que en el último momento siempre apareció oportuno y me defendió con gran misericordia comprendiendo lo pequeño de mi fe, y haciendo esos milagros increíbles para mi... Es por ello que jamás diré que he logrado lo que solo Él ha sido capaz... ¡a Dios sea la gloria y la honra por los siglos de los siglos!
Palabras pastorales para un mundo necesitado.