El amor es un fruto que surge de la siembra que el Sembrador hace por medio de la semilla de la Palabra del Señor, en aquellos corazones que son rotos y necesitados del amor. Son vidas pisoteadas, como aquellas que están junto al camino... Vidas heridas, como las que las rodean los espinos... Vidas humilladas, como las que están bajo sendos pedregales... Y por supuesto también las vidas llenas de inmundicia, como aquellas que han sido fertilizadas por el estiércol del pecado, que paradójicamente al final de cuentas se terminan convirtiendo en la llamada "buena tierra" Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. (Mateo 13:8 RVR1960) Y es que la buena tierra es la que ha sido abonada por la vida, pero en realidad es tan mala que sobre ella nada se puede construir. No es que sean los mejores porque dan fruto... dan fruto porque son parte del peor de los terrenos, pues fueron alimentados por estiércol. Aman mucho
Palabras pastorales para un mundo necesitado.