La corrupción es inherente del hombre pecador... La corrupción es la mentira que decimos al que cobra nuestras deudas, la mentira que decimos a nuestro cónyuge para evitarnos de problemas, el tiempo que robamos llegando diez minutos tarde cuando entramos al trabajo, la mordida que le damos al policía para que nos regrese la licencia, la mordida que ofrecemos al funcionario público para que el trámite burocrático que se ha alargado demasiado termine de una vez, el dinero que pagamos para que nos den aquel trabajo, el vuelto equivocado que aceptamos en la tienda, los datos falsos que damos para obtener un beneficio, hacernos los ciegos a algún pago que sabemos viene de malos fondos, y borrar el historial de nuestra navegación en Internet. No es un partido que ofrecen los políticos, o un país que vive en la pobreza, no es el rico ni es el pobre, no es el religioso o el ateo, no es la izquierda o la derecha, no es el hombre o la mujer... Es el pecado que mora en cada uno de nosotros. T
Palabras pastorales para un mundo necesitado.