Restauración de Noemí El sol candente hería fuertemente sus ojos rojos de llorar, que miraban sin mirar, divagando entre grises callejones, donde un día, hacía mucho tiempo ya de eso, había jugado entre risas y canciones, soñando los sueños de los niños, sueños de alegría y emociones, sueños de grandeza y de riqueza; días aquellos donde se sentía la sublime y gran princesa. Sueños que un día al despertar se habían esfumado entre empujones, sueños que habían sido devorados por las huestes de la triste realidad que digieren emociones. Allí en aquel lugar de los recuerdos, donde emprendiendo cierto día emocionada aquel viaje a la ventura, había salido esperanzada a comenzar aquella vida que sus sueños le habían motivado, saliendo con su amado y fiel esposo y sus dos hijos, que se habían convertido en la luz de su existencia. Hoy... aquella tierra que le vio nacer, la volvía a recibir, viéndola venir por las sendas del dolor y la tristeza. Aquella cuyo nombre era dulzu
Palabras pastorales para un mundo necesitado.